Nos dispersamos por la piscina antes de salir mientras hacíamos tiempo para bajar las erecciones. Aprovechamos también para tomarnos unas...
Nos dispersamos por la piscina antes de salir mientras hacíamos tiempo para bajar las erecciones. Aprovechamos también para tomarnos unas copas e interactuar con los demás.
Estaba cachondo, muy cachondo. Desconocía qué iba a pasar en esa habitación, pero en mi mente, el rabo de David entraba en mi boca.
Iba bastante pedo. No estaba acostumbrado a beber, ni a fumar, y acababa de dar mis primeras caladas a un porro de marihuana que mezcladas con el Vodka hacían que la cabeza me diera vueltas.
No, no me encontraba bien.
Zumbado, me fui al baño y me metí los dedos en la garganta hasta vomitar el Vodka. Luego me refresqué la cara y la boca, y salí en busca de otra copa, pero Lara estaba esperándome en la puerta del baño.
— ¿Estás bien, James?
— Sí, tranquila.
Y me fui hacia la cocina.
— ¿Vas a seguir bebiendo?
Y me puse un copazo.
Comenzó a soltar tonterías de novia celosa que no me molesté en escuchar. Ya le había dicho en varias ocasiones que no éramos novios, ni lo íbamos a ser. Solo nos divertíamos juntos, o por lo menos me divertía yo. Ella se negaba a follar con todas las letras, ni siquiera me dejaba tocarle el coño.
Haciendo oídos sordos, cogí la copa para dirigirme hacia la piscina, pero Lara se antepuso en mi camino.
— Estoy preparada.
— ¿Preparada?
Asintió.
— Quiero hacerlo.
— ¿Estás segura? Eso no va a cambiar nada.
— Me da igual—concluyó agarrándome el rabo.
Cachondo, comencé a besarla mientras mis manos recorrían su cuerpo. Su mano seguía posada en mi rabo, las mías tocaban sus tetas, su culo y luego su coño.
Huyendo de los que entraban y salían de la cocina nos metimos en el cuarto de la lavadora, cerré la puerta, tiré la ropa al suelo, y la senté encima.
— ¡Házmelo, James!
Le quité el bañador y contemplé su coño depilado. Me pareció tan bonito como apetecible. Nunca había visto ninguno de cerca, tampoco lo había tocado, mucho menos metido mi rabo en uno. La idea me excitó bastante. De labios cerrados, y libre de pelos, su coño invitaba a lamerlo.
Y lo hice, lo hice con tantas ganas que enseguida sentí mi lengua abriéndose paso entre sus húmedos labios.
Lara gemía, gemía como una loca.
Sus gritos me estaban revolucionando. El calor de su coño me encendía. Se la quería meter. Necesitaba sentir mi polla dentro de ella.
— ¿La quieres?
— Sí—exclamó excitada—. Métemela.
Me agarré el rabo y lo llevé hasta su coño. Primero le di una serie de hasta cinco pollazos sobre el clítoris. Luego lo introduje apenas unos centímetros y ya su calor se hacía notar con fuerza.
Estaba mojada, muy mojada, y como si su coño fuera una máquina succionadora, el cabezón hinchado de mi rabo entró por inercia.
Cachonda, sus gritos inundaron el cuarto.
Mientras le comía la boca mi polla entraba cada vez más en su coño. Su boca gemía en mi boca, y mi polla entraba y salía cada vez con mayor rapidez. Sus tetas se meneaban al son de mis pollazos.
Me tenía a mil, y ver mi polla completamente dentro de ella más me revolucionaba. Entonces Lara gritó con fuerza mientras su coño se contrajo. Se estaba corriendo, mojando mi rabo con su caliente flujo.
No aguantaba más.
Desesperado, saqué la polla y expulsé toda mi lefa sobre sus labios, y su clítoris.
Sudado, volví a la piscina con Lara y mi copa y me tiré sin pensarlo. El frescor, unido a la relajación máxima del orgasmo, me hizo entrar en un estado de paz absoluta.
Sin embargo mi polla volvió a despertar automáticamente en cuanto vi a David sentado en el bordillo fumándose un porro.
En mi mente solo rondaba la imagen de su polla, grande y gorda, y las ganas de probarla se hacían más y más fuerte, casi como una necesidad imperiosa.
Entonces David me hizo señas para que me acercara.
— ¡Qué cabrón! Dicen que te acabas de follar a Lara en el cuarto de la lavadora.
Sonreí.
— Ésta quiere un trío con nosotros.
— Sí.
— ¿Lo has hecho alguna vez?
— Qué va, ¿y tú?
— No, pero mola.
Asentí con una sonrisa. Mientras él imaginaría follarse a Catalina. Yo me imaginaba follar con él.
— No sé, tendremos que organizarnos—dijo—. Si se deja por detrás, el culo para mí.
— ¡Hecho! Aunque podemos turnarnos.
— ¡Qué cabrón! Pues sí, pero sin mariconadas, eh.
Reímos.
Estaba muy cachondo sabiendo que David quería petarle el culito a Catalina. Al fin y al cabo un culo es un culo, y también podría gustarle el mío.
Nunca había hecho un trío, y aunque existía la posibilidad más que razonable de que no pudiera disfrutar de su rabo, follar con él ya me ponía realmente cardíaco. Estaba deseando que llegara el momento. Ni mi polla ni yo aguantábamos más la espera. Y no tuvimos que esperar mucho más. Catalina no tardó en avisarnos de que había llegado la hora, y con la copa en su mano, se dirigió hacia su habitación.
David y yo nos miramos con complicidad.
— ¡Vamos!
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- ##check## ¡ADVERTENCIA!
- Aunque son independientes, los relatos se complementan. ¡No te pierdas ninguno!
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